FIESTA: 13 de Junio
(Lisboa,
hacia
1195
-
Arcella,
junto
a
Padua,
1231)
Santo
franciscano
de
origen
portugués,
sacerdote
y
doctor
de
la
Iglesia.
Su
nombre
de
nacimiento
era
Fernando Martins; era hijo primogénito de Martín de Alfonso, caballero portugués descendiente de nobles franceses (los Bouillon), y de María Taveira.
Estudió
en
la
escuela
catedralicia,
donde
un
tío
suyo
era
maestrescuela;
más
tarde,
en
torno
a
1210,
ingresó
en
el
monasterio
de
canónigos
regulares
de
San
Agustín
de
San
Vicente
de
Fora,
cerca
de
Lisboa.
Allí
tuvo
como
maestros
al
propio
prior,
Pedro,
y
a
un
hombre
de
amplios
conocimientos
como
Petrus
Petri. Pero su familia y amigos no aceptaron su vocación y trataron de hacerle abandonar.
Para
evitar
estas
presiones
renunció
a
la
herencia
familiar
y
se
trasladó
en
1212
al
monasterio
de
Santa
Cruz
de
Coimbra,
importante
centro
de
enseñanza
religiosa
que
contaba
con
una
gran
biblioteca.
En
este
otro
lugar
recibió
la
influencia
de
la
escuela
teológica
de
San
Víctor
(París)
a
través
de
profesores
que
habían
estudiado
allí.
Tampoco
en
Coimbra
encontró
tranquilidad,
pues
el
monasterio
se
vio
afectado
por
el
enfrentamiento
entre
el
rey
Alfonso
II
de
Portugal
y el papa Inocencio III: su propio prior, Juan, fue excomulgado por apoyar al monarca portugués.
Hacia
1219,
fecha
en
que
probablemente
era
ya
sacerdote,
conoció
a
la
pequeña
comunidad
franciscana
de
Coimbra,
establecida
poco
antes
en
el
eremitorio
de
Olivais,
y
se
sintió
atraído
por
su
modo
de
vida
fraterno,
evangélico
y
en
pobreza.
Cuando
poco
después
llegaron
a
su
monasterio
restos
de
los
primeros
mártires
franciscanos,
muertos
en
Marrakech,
decidió
ingresar
en
la
nueva
orden,
que
a
causa
de
su
reciente
creación
aún
estaba
poco
extendida
y
carecía
del
prestigio
que
alcanzaría
más
adelante.
Fray
Juan
Parenti,
provincial
de
España,
presidió
la
sencilla
ceremonia
de
toma
de
hábito
franciscano
(verano
de
1220),
en
la
que
cambió
el
nombre
de
Fernando
por
el
de
Antonio
(el
eremitorio
de
Olivais
estaba
dedicado
a
San
Antonio
Abad),
símbolo
de
su
cambio de vida.
Tras
un
breve
noviciado,
e
impulsado
por
el
ejemplo
de
los
mártires
franciscanos,
parece
que
en
otoño
de
ese
mismo
año
embarcó
hacia
Marruecos
junto
con
otro
hermano
de
orden,
fray
Felipe
de
Castilla,
para
alcanzar
él
mismo
el
martirio.
Sin
embargo,
al
poco
de
desembarcar
contrajo
la
malaria,
enfermedad
que le dejaría secuelas para toda la vida; convaleciente todo el invierno, se vio obligado a abandonar el país.
Su
intención
era
ahora
llegar
a
las
costas
españolas
y
desde
ellas
volver
por
tierra
a
Portugal,
pero
una
tempestad
llevó
el
barco
en
que
viajaba
hasta
Sicilia.
Permaneció
algún
tiempo
en
Milazzo
(costa
noreste
de
la
isla),
donde
había
una
comunidad
franciscana,
para
completar
su
recuperación.
En
junio
de
1221
asistió
al
capítulo
de
su
orden
en
Asís
("capítulo
de
las
Esteras",
que
convocó
a
tres
mil
franciscanos);
allí
conoció
a
San
Francisco
de
Asís
y
decidió
no
regresar a Coimbra para ponerse al servicio de fray Gracián, provincial de la Romaña (circunscripción franciscana que abarcaba todo el norte de Italia).
Fray
Gracián
lo
envió
durante
un
año
al
eremitorio
de
Montepaolo
(cerca
de
Forli)
para
que
se
fortaleciese
antes
de
encomendarle
alguna
misión
de
apostolado.
A
mediados
de
1222,
ya
con
buena
salud,
San
Antonio
de
Padua
predicó
en
la
catedral
de
Forli
(sin
haber
preparado
previamente
sus
palabras,
pero con gran profundidad) con ocasión de unas ordenaciones de franciscanos y dominicos.
Su
provincial
le
nombró
predicador
y
le
encargó
ejercer
su
ministerio
por
todo
el
norte
de
Italia,
donde
se
extendía
por
muchos
lugares
el
catarismo.
Recorrió
así,
enseñando,
numerosos
lugares.
Su
labor
catequética
en
Rímini
en
1223,
por
ejemplo,
fue
difícil,
pero
sus
exhortaciones
y
discusiones
públicas
acabaron
teniendo
éxito,
logrando
convertir
entre
otros
a
Bononillo,
obispo
cátaro.
A
finales
de
este
año
o
principios
de
1224
estuvo
también
en
Bolonia,
enseñando
teología
a
otros
frailes
franciscanos
en
el
convento
de
Santa
María
de
la
Pugliola;
fue
el
primer
maestro
de
la
orden,
recibiendo
para
ello
el
permiso
de
San
Francisco, que le escribió una carta llamándole "mi obispo".
Hacia
1224
o
1225,
sus
superiores
lo
trasladaron
al
sur
de
Francia,
donde
los
albigenses
tenían
más
fuerza
que
en
Italia.
Su
método
para
combatir
la
herejía
consistió
en
llevar
una
vida
ejemplar,
en
charlas
con
los
no
creyentes
y
en
catequesis
para
fortalecer
la
fe
de
los
cristianos.
Prosiguió
su
enseñanza
teológica
en
Montpellier
(donde
se
formaban
los
franciscanos
y
dominicos
que
iban
a
predicar
en
la
región)
y
Tolosa
(ciudad
con
fuerte
presencia
albigense),
además
de
ser
guardián
del
convento
de
Le
Puy-en-Velay
(al
oeste
de
Valence
y
Lyon)
y,
desde
el
capítulo
de
Arlés
de
1225,
custodio
de
Limoges.
Como
tal
estableció la residencia de los franciscanos de la ciudad en una antigua ermita benedictina y fundó un convento cerca de Brieve.
A
finales
de
1225
participó
en
el
sínodo
de
Bourges,
que
examinó
la
situación
de
la
región.
San
Antonio
de
Padua
señaló
a
los
prelados
la
necesidad
de
vivir
sencillamente
para
dar
ejemplo;
el
obispo
de
Bourges,
Simón
de
Sully,
respondió
a
sus
palabras
y
aplicó
en
lo
sucesivo
la
reforma
de
costumbres,
ayudándose de franciscanos y dominicos para la evangelización de su diócesis.
La
muerte
de
San
Francisco
el
3
de
octubre
de
1226
le
obligó
a
viajar
a
Asís,
como
custodio
de
Limoges,
para
asistir
al
capítulo
general
que
debía
elegir
nuevo
ministro
general;
éste
tuvo
lugar
el
30
de
mayo
de
1227,
siendo
elegido
fray
Juan
Parenti.
Buen
conocedor
de
la
valía
de
Antonio,
le
nombró
provincial
de
Romaña.
Muy
querido
por
sus
frailes,
San
Antonio
de
Padua
recorrió
los
lugares
de
su
provincia
donde
había
conventos
franciscanos;
uno
de
ellos
fue
Vercelli, donde predicó en la catedral con gran impacto y conoció al teólogo y canónigo regular Tomás Galo.
También
por
entonces
debió
estar
durante
estancias
largas
en
Padua,
donde
fundó
una
escuela
de
franciscanos
y
comenzó
a
escribir
una
serie
de
sermones.
Fruto
de
su
labor
fue
el
aumento
de
las
misiones
de
predicación
y
la
fundación
de
numerosos
conventos.
En
el
capítulo
general
de
1230,
reunido
con ocasión del traslado de los restos de San Francisco a su basílica de Asís, pidió a Parenti que le retirase el cargo, a causa de su mala salud.
El
general
aceptó
su
renuncia
a
cambio
de
formar
parte
de
una
comisión
que
debía
presentar
al
papa
Gregorio
IX
varias
cuestiones
sobre
la
regla
franciscana
que
el
pontífice
debía
estudiar
y
aprobar.
Ante
él
y
la
curia
romana
predicó
por
entonces
Antonio,
siendo
escuchado
con
entusiasmo:
el
papa
lo
llamó
"Arca
del
Testamento".
Es
posible
que
colaborase
en
la
redacción
de
la
bula
Quo
elongati,
respuesta
a
los
problemas
planteados
por
la
orden
al
pontífice.
Después
marchó
al
que
sería
su
último
destino,
Padua,
en
la
que
se
entregó
con
tal
ardor
que
en
lo
sucesivo
a
su
nombre
quedaría
asociado
el
de
la
ciudad:
Antonio
de
Padua.
Se
instaló
primero
en
la
capilla
de
la
Arcella,
junto
al
convento
de
clarisas,
pero
solía
predicar
en
el
convento
franciscano
de
Santa
María,
extramuros de la ciudad.
San
Antonio
de
Padua
escribió,
por
petición
del
cardenal
Rinaldo
Conti
(el
futuro
Alejandro
IV),
una
serie
de
sermones
según
las
fiestas
del
año
litúrgico
y
predicó
hasta
el
agotamiento
la
Cuaresma
de
1231;
a
sus
sermones
diarios
asistió
gran
parte
de
la
ciudad
y
consiguió
del
Consejo
Mayor
de
la
ciudad
la
liberación
de
los
deudores
presos
por
no
tener
medios
con
qué
pagar
sus
deudas
(origen
del
"Estatuto
de
San
Antonio").
Poco
después,
el
podestá
Esteban
Badoer
le
rogó
que
solicitase
al
poderoso
Ezzelino
IV
da
Romano
la
liberación
de
varios
nobles
paduanos
que
tenia
prisioneros;
de
este
modo,
viajó
a
Verona y se entrevistó con Ezzelino, aparentemente sin éxito, si bien unos meses después de la muerte de Antonio acabaría por ceder.
En
mayo,
habiendo
empeorado
su
salud
por
el
viaje,
se
retiró
al
cercano
lugar
de
Camposampiero
para
descansar
y
terminar
de
escribir
los
Sermones.
Pero
la
gente
tuvo
conocimiento
del
lugar
en
que
estaba
y
acudió
en
masa
a
oírle
y
pedirle
consejo.
El
viernes
13
de
junio
sufrió
un
colapso
y,
ante
el
próximo
fin,
pidió
que
le
trasladasen
a
Padua.
Así
se
hizo,
aunque
para
evitar
las
multitudes
se
detuvieron
en
la
Arcella,
donde
murió
Antonio
esa
misma
tarde
tras
recibir
la extremaunción y recitar los salmos penitenciales. No tenía aún cuarenta años, y había ejercido su intensa predicación poco más de diez.
Orador
sagrado,
fundador
de
hermandades
y
de
cofradías,
teólogo
y
hombre
de
gobierno,
San
Antonio
de
Padua
dejó
varios
tratados
de
mística
y
de
ascética;
todos
sus
sermones
fueron
publicados.
Un
año
después
de
su
muerte
fue
canonizado,
y
su
culto,
muy
popular,
se
generalizó
a
partir
del
siglo
XV.
Su
representación
más
valiosa
se
debe
a
Goya,
quien
lo
plasmó
en
los
frescos
de
la
Ermita
de
San
Antonio
de
la
Florida.
Fue
proclamado
doctor
de
la
Iglesia
en el año 1946 por el papa Pio XII; su fiesta se celebra el 13 de junio.
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