DE PASIÓN
TITULARES:
Santísimo Cristo del Remedio de Ánimas y Nuestra Señora Madre de Dios en sus Tristezas
HISTORIA
La
Hermandad
del
Remedio
de
Ánimas
tiene
sus
orígenes
en
los
albores
del
siglo
XVI,
estando
directamente
relacionada
con
la
hermandad
sacramental
que
se
encontraba
en
la
Parroquia
de
San
Lorenzo,
allá
por
1537.
Principalmente,
la
función
fundacional
de
esta
misma
hermandad
está
en
que
las
almas
del
purgatorio
recibiesen
culto
y
estuvieran
impregnadas
de
oraciones
por
los
fieles.
En
este
sentido,
hay
que
destacar
que
el
dogma
de
la
existencia
del
Purgatorio,
fue
aprobado
por
la
Santa
Sede,
tomando
fuerza
sobre
todo
a
partir
del
Concilio
de
Trento,
en
el
que
de
manera
más
que
firme
se
apostó
por
el
rezo a estas almas perdidas.
La
fusión
entre
la
primitiva
hermandad
de
Ánimas
y
la
Hermandad
Sacramental
de
la
Parroquial
de
San
Lorenzo,
hicieron
que
esta
corporación
adquiriese
un
carácter
totalmente
sacramental,
apostando
por
la
adoración
al
Santísimo
Sacramento,
unido
al
rezo
del
Purgatorio,
que
en
conjunto
formaron
una
de
las
hermandades
más
importantes
de
la
Córdoba
de
la
Edad
Moderna,
ya
que
gracias
a
su
trabajo,
también
se
propició
a
la
conservación
de
la
propia
iglesia
fernandina
a
través
de
las
donaciones
de
los
fieles,
y
también
abogó
por
el
verdadero
sentido
que
tenía
la
adoración
al
Santísimo,
es
decir,
no
sólo
prestarle
fervor
al
Altísimo,
si
no
llevar
a
los
que
más
los
necesitan
esa
fuerza
espiritual
que
Cristo
impregnó
en
su
Sagrada
Forma,
por
tanto
la
evangelización
era
parte fundamental dentro de esto.
Un
hecho
importante
en
el
ámbito
histórico
de
la
misma,
es
la
aprobación
oficial
de
sus
estatutos
por
parte
del
obispo
fray
Pedro
de
Salazar
y
Rojas,
conocido
como
el
Cardenal
Salazar,
el
cual
en
1690
verifica
su
nuevo
reglamento,
tomando
como
titular
al
Santísimo
Cristo
de
los
Remedios.
Esta
hermandad de Ánimas provenía de la ermita de Nuestra Señora de las Montañas, que se encontraba en la misma feligresía de San Lorenzo.
Con
la
llegada
del
siglo
XIX,
todo
este
auge
que
tuvo
la
corporación
comenzó
a
tener
un
decaimiento
debido
a
las
conocidas
desamortizaciones
decimonónicas, perdiendo fuerza su papel como hermandad, quedando totalmente extinguida. Aunque hubo algo que no desapareció de manera definitiva, la
devoción
al
Santísimo
Cristo
de
Ánimas,
que
a
pesar
de
haber
perdido
la
cofradía,
jamás
se
abandonó
o
descuidó
la
veneración
al
Crucificado
de
San
Lorenzo, haciendo ver que seguía siendo la imagen por excelencia de la feligresía.
Pero
no
fue
hasta
1949
cuando
todo
comenzó
de
nuevo.
El
17
de
abril
de
este
mismo
año
se
levanta
el
acta
para
refundar
la
hermandad
del
Santísimo
Cristo
de
los
Remedios
y
Benditas
Almas
del
Purgatorio,
formando
parte
de
esta
reunificación
los
personajes
más
ilustres
de
la
sociedad
cordobesa
del
momento,
estando
dentro
pintores
y
expertos
de
las
letras,
que
estaban
dentro
del
denominado
“Grupo
Cántico”.
Éstos
mismos,
querían
que
los
estatutos
aprobados
en
1690
se
viesen
reflejados
de
alguna
manera
en
los
que
se
iban
a
crear
de
nuevo,
tomándose
los
mismos
para
hacer
una
reinterpretación.
Así,
estas
nuevas
reglas
fueron
aprobadas
finalmente
por
el
obispo
fray
Albino
el
23
de
diciembre
de
1949,
siendo
hermano
mayor
Francisco
Torralba
Molina.
La
primera
estación
de
penitencia
tras
la
refundación
tuvo
lugar
el
19
de
marzo
de
1951,
donde
se
pudo
apreciar
como
en
el
cortejo
ya
se
apostaban
por
enseres que se salían de lo común en relación con otras cofradías, como es el caso de los faroles de viático, en vez de cirios.
Tras
esto,
la
vida
interna
de
la
hermandad
pasó
por
varios
altibajos
que
casi
causaron
que
se
extinguiese
de
nuevo,
siendo
el
nombre
de
Ricardo
Ruiz
Baena
el
referente
para
que
de
nuevo
tomase
fuerza
la
corporación.
Es
en
el
año
1972
cuando
coge
un
nuevo
relanzamiento
que
la
lleva
a
evolucionar
de
una
forma
más
contundente.
Tanto
es
así,
que
en
1973
se
estrena
un
nuevo
paso
procesional
que
iba
a
suponer
que
el
Cristo
de
Ánimas
pudiese
salir
de
San
Lorenzo
sin
tanto
problema;
a
su
vez
también
fue
destacable
la
custodia
de
la
hermandad
de
la
Borriquita
por
parte
de
la
hermandad
de
Ánimas,
ya
que
la primera estaba condenada a desaparecer.
Pero
sin
duda,
el
hecho
más
importante
de
esta
primera
mitad
del
siglo
XX
en
nuestra
corporación
protagonista
es
la
adquisición
de
la
imagen
de
Nuestra
Señora
Madre
de
Dios
en
sus
Tristezas
en
el
año
1975.
En
este
año,
se
visitó
la
población
de
Écija
para
poder
adquirir
un
templete
para
la
reliquia
de
la
Santa
Espina,
que
sin
suerte
en
la
búsqueda
de
ésta,
finalmente
volvieron
con
lo
que
tanto
soñaban
desde
hace
años
atrás,
tener
en
posesión
de
la
hermandad
una
imagen
titular
mariana
que
se
le
pudiese
dar
culto
y
tuviese
rasgos
enlazados
con
la
estética
de
la
misma.
El
agradecimiento
a
este
hecho
se
lo
debemos
a
Ricardo
Ruiz,
Antonio
Castelló
y
José
Laguna,
que
con
la
ayuda
de
Miguel
de
Moral
y
Miguel
Arjona,
consiguieron
un
nuevo
candelero,
y
ataviaron
a
la
Virgen
tal
y
como
ellos
habían
pensado.
La
bendición
de
la
imagen
corrió
a
cargo
del
párroco,
en
ese
momento
de
San
Lorenzo,
don
Valeriano
Orden.
A
partir
de
esto,
los
años
posteriores
iban
a
estar
llenos
de
satisfacciones
para
los
hermanos
de
Ánimas,
debido
a
las
importantes
donaciones
que
se
hicieron,
en
este
caso
para
poder
realizar
la
corona
de
plata
de
la
Virgen
de
las
Tristezas,
y
que
hizo
ver
que
su
devoción
iba
imponiéndose
de
tal
forma,
que
cada
vez
estaba
más
en
el
corazón
de
sus
cofrades.
Los
años
90
del
siglo
XX
destacan
sobre
todo
por
el
mandato
como
hermano
mayor
de
José
Aguilera
Carmona,
donde
se
pudieron
vivir
momentos
de
gran
esplendor
relacionados
con
todo
lo
que
se
estaba
creando
en
la
propia
hermandad,
como
es
el
caso
del
paso
de
la
Virgen
de
las
Tristezas,
y
que
gracias
a
la
manufactura
de
Miguel
Arjona
en
la
talla,
y
Antonio
Castelló
en
los
bordados,
conformaron
un
peculiar baldaquino, que no deja indiferente a nadie.
En
la
actualidad,
la
hermandad
de
Ánimas
cuenta
con
más
de
800
hermanos,
que
son
representantes
fieles
de
la
devoción
a
su
Crucificado
y
su
madre
de
las
Tristezas,
demostrando,
que
a
pesar
de
las
inclemencias
históricas,
hay
algo
muy
importante
relacionado
con
esta
corporación.
La
Hermandad
de
Ánimas
no
puede
visualizarse
sin
la
adoración
al
Santísimo
Sacramento,
éste
es
su
carácter
fundamental,
al
igual
que
no
se
puede
obviar
que
la
devoción
al
Cristo
del
Remedio
de
Ánimas,
no
ha
sido
nunca
algo
pasajero,
ya
que
desde
sus
inicios
en
los
siglos
XVI-XVII
ha
demostrado
con
creces
que
San
Lorenzo
no se puede imaginar sin la veneración al mismo, formando parte de la historia de la parroquia y de la misma feligresía.
SANTÍSIMO CRISTO DEL REMEDIO DE ÁNIMAS
El
Cristo
de
Ánimas
es
una
imagen
que
siempre
ha
estado
ubicada
en
la
Parroquia
de
San
Lorenzo,
desde
su
hechura,
esto
nos
hace
ver
la
importancia
que
tenía
tanto
la
hermandad
como
la
imagen,
recibiendo
culto
en
la
iglesia
fernandina
desde
sus
inicios.
Se
trata
de
una
talla
que
se
enclava
en
los
finales
del
siglo
XVI
principios
del
XVII,
debido
a
ese
comienzo
de
realismo
más
exagerado
que
nos
muestran
las
formas
de
la
anatomía,
teniendo
tanto
el
pelo
como
el
paño
de
pureza
tallados,
dejando
ver
que
el
autor,
aún
anónimo,
de
este
crucificado,
era
un
buen
conocedor
de
la
anatomía
y
fisionomía
humana
debido
al
hinchazón de algunas partes de su cuerpo.
El
Santísimo
Cristo
del
Remedio
de
Ánimas
se
haya
envuelto
en
un
profundo
lenguaje
teológico,
que
comienza
en
su
propia
iconografía,
es
decir,
la
de
la
crucifixión,
siendo
la
misma
muerte
de
Cristo
el
tema
central
del
cristianismo,
todo
ello
debido
a
un
símbolo,
el
de
la
cruz.
La
representación
de
Cristo
muerto
en
la
cruz,
se
conoce
en
el
mundo
del
arte
a
partir
del
siglo
XI,
ya
que
anteriormente
los
crucificados
aparecían
vivos.
En
el
caso
del
titular
cristífero
de
la
hermandad de Ánimas, se muestra su cuerpo inerte humanamente, aunque todo lo que le rodea viene a decirnos que algo bueno se acerca.
A
través
de
las
Meditaciones
del
Pseudo
Buenaventura
y
las
Revelaciones
de
Santa
Brígida
se
pretende
marcar
un
espíritu
teológico
diferente
en
cuanto
a
la
muerte
de
Cristo
en
la
cruz,
ya
que
el
fiel
al
contemplar
al
Salvador
del
mundo
muerto
a
pesar
de
su
divinidad,
hacía
pensar
en
sus
padecimientos
conmoviéndolos
hasta
mostrar
un
gran
pietismo.
De
esta
manera,
se
toma
el
símbolo
de
la
cruz
como
el
denominado
árbol
de
vida,
puesto
que,
aunque
aparezca
Cristo
muerto
en
ella,
su
sangre
redentora
hará
revivir
las
almas
de
aquellos
que
se
encuentran
perdidos.
Por
tanto,
el
significado
de
la
cruz
para
el
Remedio
de
Ánimas
no
podemos
verlo
como
algo
negativo,
ya
que
nos
transmite
la
valentía
y
esperanza
del
Hijo
de
Dios,
el
que
dio
su
vida
por
redimir
los
pecados del mundo, siendo de esta forma alegoría de salvación.
Por
otro
lado,
uno
de
los
atributos
más
característicos
del
Santísimo
Cristo
del
Remedio
de
Ánimas
es
su
peculiar
velo
de
tinieblas,
que
se
haya
rodeado
de
una
profunda
simbología
relacionada
con
ser
Cristo
el
principio
y
fin
de
todas
las
cosas.
Sin
embargo,
hay
que
recordar
que
el
momento
de
la
muerte
de
Jesús,
el
cielo
se
envolvió
de
tenebrismo,
la
noche
se
hizo
más
oscura
aún,
desapareciendo
todo
rayo
de
luz
que
el
sol
pudiera
proporcionar.
Este
hecho,
es
profetizado
en
el
Antiguo
Testamento,
donde
se
lee
en
Amós,
capítulo
8,
versículo
9:
“Aquel
día,
dice
el
Señor
Yavhé,
haré
que
se
ponga
el
sol
al
mediodía,
y
en
pleno
día
tenderé
tinieblas
sobre
la
tierra”.
De
esta
manera,
se
vislumbra
ese
instante
donde
la
oscuridad
se
apoderó
de
este
fatídico
hecho.
También,
podemos
encontrar
más
de
una
referencia
en
el
Nuevo
Testamento
sobre
este
extraño
suceso
climatológico,
viendo
en
el
evangelio
de
San
Mateo
esta
cita:
“…así será la venida del Hijo de hombre (…) después de la tribulación de aquellos días, se oscurecerá el sol y la luna no dará su luz…”.
Pero
no
se
puede
obviar,
que
tanto
la
luna
como
el
sol,
son
un
reflejo
del
Antiguo
y
Nuevo
Testamento
plasmado
en
dicho
velo.
La
luna
tiene
que
tomar
la
luz
del
propio
sol
para
brillar
de
forma
radiante,
es
por
eso
que
se
asemeja
a
la
iluminación
divina
que
el
Nuevo
Testamento
contempla
en
sus
escritos
por
ser
los
textos
sagrados
donde
se
describe
la
vida
y
Pasión
del
Hijo
de
Dios.
El
alfa
y
el
omega
de
los
astros,
de
la
vida
y
del
transcurrir
de
toda
la
cristiandad
están en Cristo muerto, que se glorifica con la Resurrección.
A
los
pies
del
Cristo
del
Remedio
de
Ánimas,
se
puede
observar
una
calavera
que
está
directamente
relacionado
con
Adán,
el
primer
hombre
de
la
historia
que
fue
condenado
por
sus
pecados.
Así
pues,
hay
que
destacar
la
leyenda
que
dice
que
justo
en
el
lugar
donde
se
levantó
la
cruz
para
la
crucifixión,
se
encuentra
la
tumba
de
Adán.
Esto
está
vinculado
con
la
muerte
redentora
de
Jesús,
ya
que
si
de
la
cabeza
del
primer
pecador
es
erguida
la
cruz
de
la
salvación,
todos
los
pecados
de
la
humanidad
van
a
ser
redimidos
por
el
salvador,
dando
paso
la
nueva
savia.
En
los
evangelios
este
instante
es
expresado
de
esta
manera:
“La
tierra
tembló
y
se
hendieron
las
rocas;
se
abrieron
los
monumentos,
y
muchos
cuerpos
de
santos
que
dormían,
resucitaron”.
De
ahí
que
se interprete que del propio cráneo de Adán, todos los pecados del mundo serán perdonados, resurgiendo en la vida eterna.
Otros
dos
de
los
atributos
innatos
del
crucificado
de
San
Lorenzo
son
los
clavos
y
la
corona
de
espinas,
los
cuales
se
exponen
como
sendos
objetos
florecidos.
Tres
son
los
clavos
con
los
que
cuenta
el
Remedio
de
Ánimas,
siendo
realizados
en
forma
de
azucenas,
de
las
que
sus
pistilos
se
abren
en
un
color
rojo,
rojo
sangre,
dando
así
la
intención
de
explicar
que
de
la
propia
sangre
que
brota
de
estos
clavos,
es
posible
que
la
vida
tenga
lugar;
al
igual
que
ocurre
con
la
corona
de
espinas,
ya
que
en
ella
aparecen
rosas
incrustadas
en
las
mismas.
Todo
ello
es
un
claro
ejemplo
de
positividad
ante
el
momento
de
la
muerte,
prevaleciendo
el
milagro
de
la
salvación.
La
sangre
de
Cristo
es
mostrada
en
la
Eucaristía
como
agua
vivificadora
de
redención,
que
con
el
tiempo
se convertirá en linaje misericordioso, por lo que lo único que puede nacer de ella es vida, como las azucenas puras de los clavos.
De
igual
importancia
son
los
ángeles
pasionarios
que
se
encuentran
en
las
esquinas
del
paso
procesional
del
Señor,
mostrándose
como
figuras
robustas
e
impresionantes,
con
unas
formas
totalmente
barrocas,
sujetando
cada
uno,
atributos
de
la
pasión
de
Cristo.
Su
expresión
es
de
una
angustia
y
dolor
agudo,
con
un
carácter
desgarrador
y
desosegado.
La
factura
de
estos
angelotes
estuvo
a
cargo
del
imaginero
y
escultor
valenciano
Amadeo
Ruiz
Olmos,
siendo
realizados
en
madera
de
naranjo
y
mostrando,
que
a
pesar
de
ser
un
artista
poco
relacionado
con
el
carácter
más
divino
de
la
imaginería,
supo
captar
el
lenguaje de la cofradía.
Este
crucificado
tiene
una
estética
totalmente
tenebrista,
relacionada
con
el
estudio
realizado
por
todos
los
literatos
y
artistas
que
tuvieron
que
ver
con
la
fundación
de
la
hermandad
en
los
años
50
del
siglo
XX.
Dentro
de
esta
estética
es
destacable
como
el
pelo
tapa
una
zona
del
rostro
de
Jesús,
relacionándose
esto
con
la
parte
divina
del
Mesías,
esa
que
no
se
ve
pero
que
se
siente,
poniéndonos
en
relación
con
el
ser
divino
que
es,
su
aceptación
como
Hijo
de
Dios;
mientras
tanto,
la
otra
zona
del
rostro
que
si
es
perceptible
a
los
ojos
de
los
fieles,
nos
habla
de
esa
parte
humana
del
Salvador,
en
el
que
muestra las debilidades e imperfecciones, que como hombre humano, tuvo nuestro Señor, acercándonos de manera terrenal a su mensaje.
NUESTRA SEÑORA MADRE DE DIOS EN SUS TRISTEZAS
La
Virgen
de
las
Tristezas
es
la
titular
mariana
de
la
corporación
de
San
Lorenzo,
siendo
adquirida
en
un
anticuario
de
la
localidad
sevillana
de
Écija
en
el
siglo
XX.
Se
trata
de
una
imagen
con
estética
totalmente
dolorosa,
con
las
manos
unidas
en
actitud
de
oración,
y
de
su
rostro
penden
lágrimas
haciendo
alusión
a
su
advocación
y
sentimiento.
Es
una
talla
que
está
atribuida
al
imaginero
antequerano
Antonio
del
Castillo,
del
siglo
XVII
y
que
muestra
la
estética
relacionada
con
la
escuela
granadina,
debido
a
su
policromía
y
facciones.
La
vestimenta
tan
peculiar
de
nuestra
titular
mariana
está
extraída
de
un
retrato
en
el
que
aparece
la
hija
de
los
reyes
católicos,
Juana
I
de
Castilla,
más
conocida
como
Juana
“La
Loca”,
en
el
momento
del
fallecimiento
de
su
esposo
Felipe
I
de
Castilla.
De
esta
forma
se
ensalza
ese
luto
tan
riguroso
que
la
princesa
llevó
en
este
momento
tan
delicado
y
que
nos
pone
directamente
en
relación
con
el sufrimiento de las Madre de Dios ante la muerte de su hijo.
Los
ángeles
siempre
han
sido
los
grandes
acompañantes
en
el
papel
evangelizador
en
la
vida
de
Jesús
y
su
Madre.
En
el
caso
de
María,
es
reivindicada
como
reina
de
todos
los
ángeles,
ya
que
acompañaron
a
la
Madre
de
Dios
en
momentos
tan
importantes
como
su
gloriosa
asunción
a
los
cielos
o
en
el
anuncio
de
la
venida
de
su
Hijo.
Hay
un
ámbito,
como
es
el
de
las
hermandades,
donde
iconográficamente
aparecen
nuestros
protagonistas,
siendo
fieles
compañeros
de
la
Virgen
María.
Y
en
concreto,
uno
de
los
pasos
procesionales
que
más
relacionado
está
con
estos
seres
celestiales
es
el
de
Nuestra
Señora
Madre
de
Dios
en
sus
Tristezas,
el
cual
se
encuentra
rematado
por
una
corona
en
su
baldaquino,
totalmente
flaqueada
en
sus
esquinas
por
distintos
ángeles,
haciendo
una
clara
alusión
a
su
nombramiento
como
Reina
de
los
Ángeles.
Aunque
hay
que
tener
claro,
que
la
titular
mariana
de
la
Hermandad
de
Ánimas
también
quiere
mostrarnos
una
segunda
lectura
referida
tanto
a
la
advocación
principal
de
la
hermandad,
como
al
requerimiento
de
sus
ideas
fundacionales: ser siempre un camino para aquellas almas perdidas que buscan la luz eterna.
En
este
sentido,
si
comenzamos
por
las
esquinas
de
los
respiraderos
del
paso,
aparecen
los
cuatro
arcángeles
principales,
que
cada
uno
tiene
una
lectura
distinta
y
a
la
vez
en
común.
En
primer
lugar,
nos
encontramos
con
el
Arcángel
San
Gabriel,
el
mensajero
de
las
bienaventuranzas
de
Dios.
Su
nombre
significa
“hombre”
referido
esto
a
su
anuncio
de
la
venida
de
Jesucristo,
aunque
también
es
denominado
como
“el
que
está
delante
de
Dios”.
En
la
mayoría
de
casos
actúa
como
anunciador
del
comienzo
de
la
era
mesiánica
al
dar
la
buena
nueva
de
los
nacimientos
tanto
de
Jesucristo
como
de
Juan
el
Bautista.
Su
representación
iconográfica
principalmente
es
portando
una
vara
de
azucenas,
símbolo
de
la
pureza
del
alumbramiento
de
María.
Pero
en
este
caso,
en
nuestro
paso
procesional
nos
hace
alusión
a
la
importancia
que
tiene
la
Madre
de
Dios
como
clara
intercesora
en
las
almas
perdidas,
ya
que
Gabriel
siempre
se
encuentra
directamente
relacionado
con
la
positividad
de
las
encomendaciones
hechas
a
María,
pues
sin
su
fuerza,
no
sería
posible
reconducir
nuestro
camino tras dejar la vida terrenal.
Por
otro
lado,
tenemos
al
que
es
sin
duda
uno
de
los
personajes
mayormente
relacionado
con
las
almas
del
purgatorio,
estamos
hablando
del
Arcángel
San
Miguel.
Es
el
denominado
“príncipe”
de
los
ángeles,
el
que
es
“Quien
como
Dios”,
apareciendo
en
la
lucha
contra
el
mal
durante
el
Juicio
Final;
y
a
su
vez
es
el
intercesor
celestial
y
protector
de
los
cristianos.
Se
sabe
que
a
través
de
un
escrito
apócrifo
titulado
Visio
Pauli,
a
Miguel
se
le
ha
visto
como
un
“Psicopompos”,
es
decir,
el
que
conduce
a
las
almas
hacia
el
cielo,
del
que
es
guardián.
Sin
embargo,
como
“Praepositus
paradisi”,
viene
a
refererirse
a
él
como
jefe
del
paraíso,
Miguel
decide
si
un
alma
entra
o
no
en
el
cielo.
Por
eso,
en
más
de
una
ocasión
se
le
ha
venido
representando
como
pesador
de
las
ánimas.
Iconográficamente
viste
armadura,
como
alusión
a
su
función
de
guerrero
celestial,
venciendo
a
un
dragón
que
representa
el
mal.
Por
tanto,
aquí,
este príncipe de los ángeles es el jefe supremo de las almas que están perdidas, eligiendo su destino final.
Otro
de
los
arcángeles
protagonistas
que
aparecen
en
este
baldaquino
es
San
Rafael,
figura
muy
importante,
no
sólo
por
su
historia
con
nuestra
ciudad
de
Córdoba
como
protector
incondicional
de
la
misma,
ya
que
tal
y
como
su
nombre
indica
“Medicina
de
Dios”,
es
considerado
sanador
de
almas.
Es
uno
de
los
siete
ángeles
que
llevan
a
Dios
las
oraciones
de
los
devotos;
también
se
le
considera
como
uno
de
los
cuatro
arcángeles
del
juicio
a
los
hombres.
Es
destacable,
como
a
través
de
la
tradición
bíblica
a
Rafael
se
le
alaba
como
predicador
de
la
llegada
del
Mesías
y
a
su
vez
como
protector
de
las
almas
de
los
difuntos.
Sus
atributos
principales
son
el
bastón
de
peregrino,
un
niño
de
la
mano,
referido
al
joven
Tobías,
y
un
pez.
Es
a
partir
del
siglo
VI
d.
C.
cuando
Rafael
desempeña
el
papel
de
asistente
celestial
junto
al
trono
de
Jesús
y
María,
por
lo
que
estamos
ante
uno
de
los
ángeles
que
conduce
a
las
almas
hacia
la protección divina.
El
cuarto
y
último
arcángel
que
aparece
reflejado
en
el
baldaquino
de
la
Virgen
de
las
Tristezas
es
San
Uriel,
uno
de
los
ángeles
con
más
ámbito
espiritual
de
la
corte
celestial.
Su
nombre
significa
“luz
o
fuego
de
Dios”
por
tanto,
ya
nos
pone
en
relación
con
ese
carácter
cósmico
que
tiene.
Siempre
ha
sido
considerado
el
jefe
de
las
luces
celestiales
y
señor
del
cosmos
y
los
infiernos,
en
donde
vigila
a
los
ángeles
caídos.
No
es
un
ángel
que
aparezca
nombrado
en
la
propia
Biblia,
pero
si
tenemos
que
hablar
de
su
aparición
en
el
Zohar,
Libro
del
Resplandor,
una
obra
principal
de
la
cabalística,
en
donde
es
denominado
como
el
guardián
de
todos
los
sacrificios
ofrecidos
a
Dios.
Dentro
de
los
evangelios
apócrifos
sí
nos
encontramos
con
su
nombre,
ya
que
es
el
que
conduce
a
los
muertos
ante
el
Juicio
Final,
urgiendo
así
su
penitencia.
En
la
iconografía
cristiana
es
mostrado
principalmente
portando
una
espada
de
fuego
en
sus
manos.
De
esta
manera,
Uriel
reconduce
toda
la
positividad
posible
a
las
almas,
haciéndolas
llevar
consigo
bienestar
por
llegar
hasta
el
Altísimo.
Finalmente,
este
peculiar
paso
es
coronado
por
cuatro
ángeles
en
su
remate,
que
en
este
caso
son
anunciadores
de
la
figura
propia
de
María,
en
su
advocación
de
las
Tristezas,
viniendo
a
considerar
y
alabar
que
Nuestra
Señora
Madre
de
Dios
en
sus
Tristezas
en
una
clara
intercesora
de
las
almas
del
purgatorio,
siendo
ayudada
por
esa
corte
celestial
que
permite
llevar
paz,
y
sobre
todo
luz
a
esas
ánimas
perdidas
que
no
son
capaces
de
llegar
hasta
la
Gloria
Eterna,
y
en
consecuencia,
cuando
se
observe
este
baldaquino,
no
solo
podemos
mirarlo
como
una
obra
de
arte
relacionado
con
la
hermandad
de
Ánimas,
sino
también
como
un
mensaje
de
esperanza
y
salvación
a
través
de
la
Madre
de
Dios,
que
es
la
que
de
manera
incondicional
se
encuentra
en
el
camino
de
los
cristianos
cuando
están
perdidos,
tomando
como
ayudantes
a
los
enviados
celestiales
de
Dios,
reconduciendo
así
nuestro
espíritu
en
momentos de dificultad. En conclusión, María es ese apoyo ante la desesperación y por supuesto, ante la tristeza de nuestra alma.
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Fuente:
http://remediodeanimas.es
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