La Pastoral de la Salud es un ámbito evangélico que recuerda la obra de Jesús, viendo su rostro en aquellos que sufren.
Realiza
su
misión
en
el
encuentro
con
el
enfermo,
el
mayor,
su
familia
y
los
profesionales
de
la
salud,
para
potenciar
una
cultura
más
sensible
ante
el
dolor,
el sufrimiento, la soledad, la discapacidad y el final de la vida.
El
amor
de
Cristo
crucificado
nos
impulsa
a
servir
y
amar
a
nuestros
hermanos
más
débiles,
más
pobres,
que
carecen
de
salud,
de
movilidad,
muchas
veces
de ánimo y de esperanza, expuestos también y sobre todo a sufrimientos morales y espirituales, luchas y tentaciones.
Desde
la
Real
parroquia
San
Lorenzo
Mártir
de
Córdoba
cuidamos
con
esmero
la
relación
con
los
pobres
e
inmigrantes
a
través
de
Cáritas.
Y
se
preocupa
de atender humana y espiritualmente a los enfermos y personas que viven solas a través de la Pastoral de la Salud.
Entendemos
que
quienes
se
dedican
a
la
pastoral
de
la
Salud
en
una
parroquia,
realizan
una
tarea
muy
poco
visible
y
muy
poco
reconocida,
no
luce
mucho
ante los demás, y, sin embargo, es exquisita y delicada tarea.
Deben
poseer
una
firmeza
en
la
fe
a
base
de
horas
de
Sagrario
y
vida
sacramental
para
que,
firmes
en
Cristo,
comuniquen
luz,
serenidad,
paz,
fe,
en
el
nombre del Señor.
Deben
poseer
o
adquirir
unas
virtudes
humanas
y
espirituales
para
el
desempeño
de
este
ministerio:
suavidad
en
las
formas,
delicadeza,
capacidad
de
escuchar, valentía para hablar con perspectivas de fe, paciencia y yo incluso añadiría ternura y una buena sonrisa serena y pacificadora.
Deben
formarse
en
la
comprensión
cristiana
de
la
enfermedad
y
del
sufrimiento,
conocer
las
situaciones
interiores
por
las
que
el
enfermo
pasa,
detectar
las
tentaciones e iluminarlas con la fe.
Deben, por último, orar por los enfermos de la parroquia y por sus familiares.
¿Cuáles son las tareas para la pastoral de enfermos en una parroquia?
1)
El
acompañamiento.
Visitar
a
los
enfermos
es
una
obra
de
misericordia
(cf.
Mt
25);
aunque
físicamente
no
estén
solos
en
sus
hogares,
sino
atendidos
por
su
familia,
la
enfermedad
provoca
una
soledad
íntima
con
el
sentimiento
de
inutilidad.
Sus
relaciones
de
amistad,
sociales,
laborales,
se
ven
mermadas.
En
nombre
de
Cristo,
y
haciendo
presente
la
maternidad
de
la
Iglesia,
se
visita
a
los
enfermos
para
que
se
sientan
acompañados,
tengan
oportunidad
de
hablar,
de
contar,
de
desahogarse,
de
distraerse,
con
el
calor
humano
de
la
fe
y
el
calor
del
afecto
cristiano.
Visitas
éstas
que
más
vale
que
sean
frecuentes
pero
breves,
atendiendo
a
la
situación
real
del
enfermo
para
que
no
se
fatigue
en
exceso
(tal
vez,
el
enfermo
dirá
que
se
siente
bien
para
que
no
se
vaya
la
compañía, pero la prudencia para discernir es importante al visitar a los enfermos).
2)
La
«evangelización»
del
enfermo.
Si
ya
suele
ser
difícil
expresar
lo
que
se
siente,
más
aún
en
el
ámbito
espiritual.
El
enfermo
se
siente
acosado
por
tentaciones
donde
no
entiende
el
sentido
de
su
sufrimiento,
no
descubre
la
presencia
de
Cristo,
le
pesa
el
silencio
de
Dios,
busca
el
porqué
de
su
situación,
se
impacienta
y
tal
vez
se
desespera.
La
pastoral
de
la
Salud
es
una
ayuda
especialísima
para
«evangelizar»
esa
situación
personal
del
enfermo,
para
iluminarlo
con
sentido
sobrenatural
de
fe,
para
que
comprenda
y
discierna
a
la
luz
de
Cristo
lo
que
está
viviendo.
Quienes
visitan
a
los
enfermos,
imbuidos
por
la
fe,
pueden
escuchar
la
experiencia
del
enfermo
y
ofrecerles
palabras
de
fe
(no
simplemente
palabras
humanas
para
hablar
de
la
enfermedad,
de
las
medicinas,
de
tal
médico
o
intentar
alegrarlo
contando
bromas).
Es
una
misión
cristiana
evangelizadora
que
llega
al
enfermo
y
se
expande,
lentamente,
a
sus
familiares.
Pensemos
que
los
familiares
suelen
valorar
que
se
visite
al
enfermo,
escuchan
también
lo
que
se
les
dice
y
pueden
quedar
impactados
por
la
forma en que su familiar afronta y vive esta situación.
3)
Preparación
catequética
a
los
sacramentos.
Dependiendo
del
nivel
de
fe
y
de
práctica
cristiana
del
enfermo,
en
muchos
casos
el
equipo
de
pastoral
de la Salud debe catequizar al enfermo sobre los sacramentos y la liturgia que le van a acompañar en esta etapa de sufrimiento.
a)
El
sacramento
de
la
Eucaristía
:
Cristo
es
pan
de
vida
y
la
comunión
llevada
semanalmente
a
los
enfermos
les
ofrece
un
germen
de
vida
y
de
inmortalidad, así como el unirse a la Pascua del Señor en su sufrimiento personal.
b)
El
sacramento
de
la
Penitencia
:
la
fragilidad
y
el
pecado
son
patentes
en
la
experiencia
creyente.
Por
eso
al
enfermo
hay
que
iniciarlo
en
el
sacramento
de
la
Penitencia,
descubrirles
su
valor
y
necesidad,
su
frecuencia,
y
ofrecerle
la
ayuda
de
un
examen
de
conciencia
que
lo
ilumine.
Muchos
enfermos
necesitan
esa
formación
moral
básica
sobre
el
pecado,
que
tal
vez
han
olvidado,
reconocerse
a
la
luz
de
Dios
y
así
celebrar
bien
el
sacramento
de
la
Penitencia.
c)
El
sacramento
de
la
Unción
:
Previsto
para
una
enfermedad
grave,
o
un
debilitamiento
progresivo
por
la
ancianidad,
o
una
operación
quirúrgica
grave,
este
sacramento
es
Don
y
Gracia
del
Espíritu
Santo
para
el
alivio
de
alma
y
cuerpo,
sostén
y
apoyo
frente
a
las
tentaciones
y
configurarse
con
Cristo.
Su
importancia
y
su
adecuarse
a
la
situación
real,
hace
que
este
sacramento
no
sea
un
sacramento
anual
-sin
más-
sino
que
se
celebra
cuando
hay
verdadera
necesidad
y
en
todo
caso
se
repite,
se
reitera,
si
el
peligro
se
agrava
o
si
repuesto
el
enfermo,
hay
una
recaída
grave.
Dada
su
importancia,
hay
que
esmerarse
en
preparar
al
enfermo
sobre
su
sentido
y
su
valor,
instruirlo
sobre
su
forma
litúrgica,
sus
oraciones,
las
respuestas,
el
sentido
de
la
Unción,
etc.,
para que el enfermo viva su celebración sacramental lo más plenamente posible.
4.
La
pastoral
de
la
Salud
debe
cuidar
la
vida
sacramental
del
enfermo:
Primero,
la
comunión
eucarística,
cada
semana,
y
a
ser
posible,
el
mismo
domingo, uniéndose a toda su comunidad cristiana que celebra la Eucaristía dominical; pero también ofrecerle la oportunidad de confesarse con la frecuencia
que
requiera.
Por
último,
la
santa
Unción
si
su
situación
lo
requiere,
si
se
reúnen
las
condiciones
necesarias,
sin
trivializar
este
sacramento
impartiéndolo
al
enfermo cada año o, en las celebraciones comunitarias, a todas las personas que hayan cumplido 65 años aun cuando no estén enfermos.
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Si
algún
familiar,
amigo
o
vecino
está
enfermo,
impedido
o
es
anciano/a
y
no
puede
asistir
a
las
celebraciones
de
la
Parroquia,
comuníquelo
para
que
podamos asistirle si así lo desea.
Si
quisiera
recibir
la
Comunión
en
su
domicilio
o
le
interesan
las
actividades
que
hacemos,
puede
contactar
con
la
Parroquia
a
través
de
la
sacristía
o
del
teléfono: 957 476 249
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La
Pastoral
de
la
Salud
es
necesaria
en
nuestra
parroquia.
Por
eso,
se
precisan
personas
comprometidas
con
el
sufrimiento
ajeno.
No
hay
requisitos
de
edad
ni
de
preparación
académica,
sólo
una
gran
dosis
de
humanidad.
A
cuantos
sentís
la
inquietud
de
hacer
nuestro
entorno
más
afable
y
dirigís
vuestros
ojos
a
los
que
sufren
por
su
enfermedad,
abandono,
discapacidad
o
ancianidad,
os
animamos
a
conocernos
y
a
incorporaros
al
grupo;
estaremos
encantados de recibiros.
PASTORAL DE LA SALUD
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